Dos poemas 

Manuel Moya

Y PARÍS ERA UNA FIESTA

(Sevilla, 1979)

Para Rafael, in memoriam

 

Corríamos juntos por los parques

mientras los gatos maullaban a su sueño

(que es eterno) en el art decó de las farolas;

subíamos luego la escalera

cargados con aquellos inútiles despojos

que cobraba amor en sus tranvías.

A veces escoltábamos

a muertos memorables,

otras veces eran muertos de arpillera

que desde los peldaños

auguraban paraísos

de fugaz y estúpida hojalata;

muertos, muertos de opereta,

noctámbulos, princesas o tartufos

que robaban al vino unos destellos

para luego

desplomarse en nuestro andén,

como si nada.

Corríamos juntos por los parques

cegados por el sol,

ya sus pavesas.

 

Dudar, dudar, hermano, hasta caer rendidos,

muertos de vida, exhaustos. Dudar hasta quedarnos

sin sitio, ni argumentos.

Dudar hasta que sangren las uñas y la uretra,

hasta que ya la noche se nos venga

con su armazón de plomo y dexedrina.

Dudar sobre la arena parda, sobre el rincón umbrío.

Dudar ante la piedra, ante el rubor, ante tus manos,

dudar, dudar, al fin,

desde el principio.

 

Del libro Lección de sombras (Ed. Renacimiento, en prensa)

 

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