LA INVASIÓN DE IRAK Y LA LEGALIDAD INTERNACIONAL

Eulalia Redondo Andújar

Acerca de la invasión que está sufriendo Irak, además de expresar la más absoluta repulsa, creo necesario hacer algunas consideraciones.

En esta intervención, a diferencia de otras anteriores (Afganistán, Yugoslavia, etc.) se nos han presentado los países integrantes de la OTAN divididos, como si, en este caso, los estados de Alemania y Francia no defendieran los mismos intereses que los estados de los países atacantes.

La consecuencia de esta discrepancia ha conllevado que los países atacantes, se dice, han burlado la legalidad internacional, entendiendo por tal la legitimidad emanada de la Organización de las Naciones Unidas.

Quizá no estará de más recordar el funcionamiento de la ONU. Sólo cinco países (Estados Unidos, Rusia, China, Inglaterra y Francia: los vencedores de la Segunda Guerra Mundial) gozan de dos privilegios: para que una decisión del Consejo de Seguridad sea obligatoria para todos los países miembros ha de contar con los votos de esos cinco países y uno cualquiera de esos cinco países puede detener la aplicación del Consejo mediante su veto.

Me gustaría que alguien me explicara qué tipo de legalidad es ésta. Me gustaría que alguien me explicara cómo se puede burlar una legalidad inexistente.

Quizá ese alguien podría decirme que, efectivamente, los Estados Unidos han actuado por su cuenta, sin esperar una segunda resolución de la ONU, porque Francia había dicho que iba a vetar una resolución que autorizara el ataque a Irak, y, al no haberla esperado, se ha burlado la legalidad internacional. Yo podría decir a ese alguien que qué tipo de legalidad es ésa de la que puedo esperar que autorice una invasión a un país.

Por otra parte, basta con repasar un poco la historia reciente de la ONU para darse cuenta con qué tipo de legalidad internacional nos topamos: de 1970 a 1989 los Estados Unidos vetaron 45 resoluciones del Consejo de Seguridad, 11 fueron vetadas por el Reino Unido y 4 por el Reino Unido y Francia. En 1990 los Estados Unidos añadieron dos vetos más: sobre la invasión de Panamá y sobre los abusos cometidos por el estado de Israel en los territorios ocupados (información obtenida en "El miedo a la democracia" de Noam Chomsky). Y, si nos ceñimos al conflicto con Irak, desde 1991, las tres sucesivas administraciones norteamericanas han vinculado el mantenimiento de las sanciones a Irak con el derrocamiento de Sadam Husein, cuando las resoluciones de la ONU se referían al desarme de Irak. Durante 12 años, Estados Unidos ha bloqueado sistemáticamente cualquier aligeramiento de las sanciones y el Consejo de Seguridad de la ONU ha contemplado inmune la catástrofe humana que las sanciones han provocado entre la población civil iraquí.

También se nos dice, por otra parte, que la legalidad internacional sigue en pie ya que la mayoría de los países integrantes de la ONU disienten de la política norteamericana; pero, ¿qué han hecho los países que, en teoría, se han opuesto al ataque una vez consumada la invasión?

A cualquiera se le podría ocurrir que si se burla la legalidad, lo que tiene que ocurrir a continuación es una condena a esa burla, es decir, que se tendría que haber convocado de forma urgente al Consejo de Seguridad de la ONU para que se arbitrara algún mecanismo de sanción sobre los infractores de la norma, sanción que, obviamente, hubiera sido vetada por los países beligerantes, pero que se tenía que haber hecho si realmente hubiese una legalidad que respetar. ¿Se ha hecho algo de esto? A cambio, se reunió la Unión Europea y decidió atribuir a la ONU un filantrópico protagonismo en la ayuda humanitaria y en la reconstrucción posbélica de Irak, además de la firme decisión de fortalecer el vínculo trasatlántico: PATÉTICO.

 

Todo esto no es más que una nueva demostración de la barbarie en la que consiste el sistema capitalista, ya se nos presente con la faz de los buitres y de las hienas sobre el campo de batalla o con la faz "delicada y recatada" de las reuniones internacionales.

 

 

 

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