Poemas del libro inédito

"Cruce de caminos"

JOSÉ MANUEL VINAGRE

 

 

zampanò en la playa

No soy nada. Nadie es mi nombre,
Como Ulises ante el cíclope, acorralado
En la cueva. Aquí,
En esta playa, a las afueras de Ostia,
El ruido ensordecedor
Y la fanfarria no me dejan vivir.
Escarbo en la arena negra,
Hago círculos con una caña ya seca.
Escribo un nombre,
Apenas inteligible, que habla
Sin cesar y me llena los oídos.
Gelsomina, Gelsomina...
Es cierto que una noche te abandoné
Por aquella carretera del sur.
Veo a una mujer débil colgada del aro,
Tensando la cuerda,
Ante el estupor del público.
¿Eres tú o una sombra que llega
entre la espuma de olas?
No soy nadie. Rompo las botellas
De ginebra, y miro al cielo,
Como el guardián de una sola estrella.

 

Ilustración: Carel Willink

 

casa deshabitada

El tiempo pone límites y acordona de yedra
El olvidado espacio, la misteriosa edad
Que apretó entre las páginas el fin del mundo.
Hierba muerta, hojas secas
Almacenándose en el viejo cauce.
No recuerda el surco de sus labios
La dulzura de la vida.
Una casa que no se habita, será llevada por la brisa
Con espadas de luz y sin fecha,
A lugares que no conocieron siquiera
Nuestros antepasados.
A países cuya voz es la historia de su sangre.

 

Ilustración: Carel Willink

 

principio y fin

De algún modo, ésta es de todas las posibles, mi muerte.
Recuerda una calurosa noche de agosto,
En una tierra del sur.
Mujeres solas presurosamente corren
Por pasillos oscuros, al atardecer.
Es una casa andaluza, con jazmines
Y alargados celacantos.
Alguien lleva salpicándose el delantal
Un aguamanil al cuarto,
Donde mi madre se retuerce entre almohadones.
Una voz lejana de las islas,
Avisa del regreso de una alondra casi muerta.
Es mi padre que vuelve precipitadamente
Del fondo de la historia.
Luna nueva hay en el rostro
Apagado del espejo.
Para un niño que nace
Sin saber el fin de las palabras.

 

Ilustración: Carel Willink

 

 

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