POEMAS

Saray Pavón Márquez

Engelke-s_world@hotmail.com

 

 

 

 

 

Diástole:

Diástole

en el mundo de las letras,

vivo contraste de tinta

roja y negra.

 

Que caigan los telones,

que quiero ver como sale

el Sol en tu pelo negro,

ese ensamble de fuego y aire.

 

Para el zapping a la vida

y los días tropezando

unos con otros, vayamos

al refugio de canciones.

 

Que se acaben los inviernos

por los andamios aislados,

que la piel se curte lenta

si de mi mano te coges.

 

Quememos esas barreras,

si se mueve o si se esconde

el viento que nos impulsa,

si vienen nubes de paso.

 

Diástole,

que el mundo late de nuevo

y somos cuerdas vitales,

risas, mañanas.


El exilio

El exilio es terrible para el escritor

pues va tan inmerso en la naturaleza

de su tierra, que refleja su identidad

en relación con su ciudad, lenguaje

de sueños tan reflejo a su alma de letras.

 

Porque no es sólo escribir, es ver y sentir,

seguir con la mirada pasos ajenos,

darse cuenta del musgo que va creciendo

en una grieta de la roca; es hilvanar

los amaneceres.

 

El destierro implica volver a lo esencial,

al buen uso del vacío, del trayecto

sentir tantas pérdidas y que ya no sonríe

la luna en la estación del ferrocarril.

Viaje en duermevela, cigarros que matan

 

el hambre. Saber que los últimos versos

que te escribo, Sevilla, estos son; pisando

en esta tierra, tan tuya como mía.

Implica trenzar las hebras de las letras

para formar las palabras como cardos.

 

Porque el desarraigo temprano implica

hacerse mayor sin más delicadezas,

de golpe llegan las termitas del tiempo

y se filtra la alegría, los colores,

los atardeceres.

 

Saber que todos los gritos son sonidos

que el ser humano, con sus cuerdas vocales,

hace para ser escuchado en su pena;

que en la desolación los momentos en dos

se parten, se deshilachan con prisa.


 

Confesiones nocturnas

 

               I

Empieza el juego de frío o caliente

y aún no se si vestirme de labios

sin dirección, tener una patria

de saliva y excesos, o ser una más

de tus prolongaciones sevillanas.

 

Mientras tu desnudez viste tu cama

y sólo se habla de ti en la trastienda

de mi paladar, le hago confesiones

nocturnas a la tristeza callada

de esta soledad tan mal compartida.

 

De tanto entregarme con cuentagotas,

de libido sin usar se me mancha

la sangre y la luna mira a lo lejos,

sorprendida. A cada paso esta vida

pierde más su autenticidad, su aliento.

 

               II

Tan sólo quiero una breve narcosis

que nunca termine, relámpagos

de alcohol y garabatos de nubes;

o entregarme sin adornos, ni pinzas,

en poemas de versos contenidos.

 

Estas calles tienen ya demasiados

nombres y noches que respiran, lentas,

como los naipes de los jubilados;

pero confieso que me quiero libre

para enredarme, otra vez, con tus dedos.

 

O puede que no tarde en sumergirme

en el levante que me toca el alma,

o que me embarque, hoy, en una partida

de ajedrez imposible; o tal vez vuelva

con el peregrinar simbólico: tú.

 

               III

A veces me decido a sobrepasar

la luna que se vuelve alcohol, le hago

el amor al verde azulado del mar

mientras pienso en ti. Tu cuerpo y ese deje

argentino que tienen tus pupilas.

 

Y quisiera quererte sin palabras,

que me sacases del sopor con tu voz,

que, sin compasión, abrieses mis poros

con un soplo de aire fresco; que con jazz

en tus ojos calmases mis latidos.

 

Pero ya, mi boca, hace las maletas

harta de sentirse desatendida,

suspira un puede que eso sea parte

del trato y deja caer tres miradas

de soslayo.

 

               IV

Sigue el juego y yo... no se si continuar.

Me enredo a una mirada que gatea,

que salta mis barreras y pretende

que sepa, de nuevo, que hay razones

para amar, para otro tú que no eres tú.

 

Luego, sin más, le busco las cosquillas

a Granada, planeo viajes sin fin,

comienzo, ni motivos de antemano.

Camino con metáforas-garabato

y las reglas claras de ojos caídos. 

 

Y digo tonterías y sonrío

demasiado, recito a Cortázar,

leo a Benedetti y vomito a Miguel

entre mis versos. Digo tonterías,

sonrío, pero pierdo el apetito.

 

               V

Se que ya no hay narcosis posible,

que aquellos puntos y coma pretenden

inundar cada pliegue de mi cama;

que mis palabras salpican esquinas

de tu escala de valores, sin pleno.

 

Se que de nada me sirve la falta,

que no tengo, de motivos, coraje

e impulso para arranques de locura

transitoria, para llenar de fango

hasta mi alma o mi cintura de avispa.

 

Pero, a apagar el letrero de neón,

aún no me he decidido, ni a espantar

las polillas nerviosas e inseguras

que se esconden tras mi ombligo de luna,

cuando te escuchan hablarme sin tu voz.

 

               VI

Mi boca, de ti sedienta, ya muerde

mis labios en pasión contenida,

mira, tiembla y baja la persiana

de mi cuarto para que no descubras

los matices de mis ojos marrones.

 

Mis dedos suspiran y piensan en ti,

quisieran un poco más de aire fresco,

del que sabe a ti, a tu cuerpo; pero no,

mi pelo se enreda y traga saliva

porque, ya, no te encuentro en mis espejos.

 

Mis paredes se llenan de tu nombre,

se rompe la complicidad de tu ojo

en mis labios, de mis versos en tu piel

y del despertador con tres miradas

de soslayo.

 

Volver al Sumario

Volver al Distribuidor

Volver a Inicio