PEGASO  NEGRO

Paloma Fernández Gomá


Esta senda de ceniza habitada
por cimarrones que ostentan crines de silencio
se ensancha hacia el mar,
abriendo insólitos cauces, en torno
a un eco incierto que habría de propagarse.

Después llegaron las horas del magma,
el jadeo de los ausentes,
el sueño petrificado en las laderas
y el alféizar siendo penetrado
por el pegaso negro,
que sólo transita el ritmo pausado de las hojas
y se adentra en el hogar bajando el laberinto,
para depositar su relincho
sobre el tálamo de los cuentos





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