País Vasco y otros poemas

Pablo Cassi

 

 

País Vasco

 

La estación de San Sebastián se despoja de sus únicos pasajeros,

rostros que reflejan la tenue luz de un andén

el latido de un reloj que echa marcha atrás el minutero.

 

La noche cae como el vestido que lleva puesto

y mis manos vuelven a transitar por su cuerpo

con la existencia indesmentible

que su mirada viene de otro tiempo.

 

A una hora cualquiera de este verano

es posible que la lluvia tropiece en una esquina del cielo

deje en un café de Irún la silueta de un beso.

 

La nada silenciosa se adueña del país Vasco,

una habitación en el tercer piso del hotel Jauregui

instaura el aniversario de una despedida.

 

Un aeropuerto que no sabe de geografía

convive con la nostalgia del último vuelo.

 

 

Todo Momento tiene su Misterio

 

(No siempre el aire que respiramos será suficiente)

Reescribo en mi confuso inventario

un poema que se quiebra en tus labios.

Tu mirada me seduce de impaciencia

la guerra la perdí en tu cintura.

 

Antes de tí quizás no había nada,

antes de tí la vida fue un ensayo.

 

No sé en qué coordenadas hoy te sitúas,

bajo cuales estrellas te contemplo.

 

Necesito volver a respirarte

tras ese encuentro en Hondarribia,

traducir la fragancia de tu alma

y quedarme a la orilla de tu nombre.

 

Déjame llevarte hasta la que no fuiste

y no serás sin mí,

fusionarte en dos tiempos con un intenso deseo.

 

Toda historia tiene su misterio.

 

 

 

El Lado Oscuro del Segundo Piso

 

 

El día escapa por la cerradura,

entumece el aroma de las palabras.

 

Un verso se sumerge en los labios,

la antigua casa se echa a morir

en el lado oscuro del segundo piso,

espera el regreso de los gorriones

y la queja en si bemol de las goteras.

 

Nunca sus habitaciones han estado tan sombrías,

tan tardíamente pensativos los umbrales

como si careciera de mejores tiempos

en el índice de su primera biografía.

 

La noche golpea con un bostezo

la antigua estirpe de su sombra,

huele a lluvia la mampara de otros inviernos.

 

 

A la hora del té

desnuda el alma de viejos anhelos,

consume el escaso kerosene del farol,

contagia de muerte a su propio cadáver,

muros que no sobrevivirán al ruido de la autopista

cuando subliminalmente la ciudad sea sitiada

por el progreso.

 

 

Vieja Fotografía

 

Afuera amanece en voz baja

la distancia duele como golpe de luna.

 

Por el corredor regresa el aire,

tatua en mi rostro la complicidad de la incertidumbre.

 

Al fondo del comedor una lámpara ilumina

una vieja fotografía,

absorbe el tacto de mi mano

y la vida vuelve a contarme su propia historia.

 

La lluvia vertical regresa a mis zapatos,

viejos libros me confinan en la distancia.

 

Esta es la esquina de la vida

la que no hubiese querido doblar nunca.

 

 

 

El Idioma de la Mañana

 

Por un descuido de Dios

este domingo se equivoca de siglo y semana.

 

Quizás no tenga importancia

puede ser que no la tenga.

 

Amanece, el ruido de los tranvías

inventa el idioma de la mañana.

La vida transcurre más temprano que de costumbre.

 

A dos metros de la esquina

se extravía un hombre que lleva la dirección correcta.

Dice ser el hijo del Hombre...

 

No porta credencial alguna,

tarjeta de crédito

ni registra domicilio conocido.

 

Esta noticia no será titular en ningún diario de mañana.

 

 

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