POEMA DE LA PAZ

Julián Ávila Fernández

Se nos acompañó con canciones marciales

destellos en los cielos, donde el temor

de dioses permanecía adherido al poder de los señores,

a la amenaza de los pueblos.

Tarde conoceremos cuales son los designios.

La tierra se ensombrece.

 

Luego, sobre el rescoldo tranquilo

de aquellos viejos años la vi tambalearse.

Me contaron los odios de las turbas

con una lentitud apaciguada

por el miedo al recuerdo, temibles obsesiones

que atajaron con balas y con bombas, historias

acompasadas al son de los morteros.

Luchas de humanos contra el prójimo,

guerras de tribus.

Me dijeron, sobre aquella paciente

camilla de los padres, que la Paz no era más

que el cansancio de la guerra. Aquel

sabio confuso, cegado por la historia me dijo

que la Paz era el fin de la guerra. Pronto

pude saber que las luchas venían porque

el hombre olvidado se cansaba de paz.

Temo que la memoria de ellos me abandone

y sospecho que el hombre sea un animal de olvido.

 

 

Anterior    Siguiente    Sumario    Inicio