INTRODUCCIÓN

Al igual que pasa con otros géneros, la literatura erótica puede tener una definición tan amplia que deje de ser operativa. En un sentido estricto se pueden considerar como eróticos tanto la poesía mística de Juan de la Cruz como las Rimas de Bécquer o La mujer de todo el mundo de Alejandro Sawa. En otro extremo se la puede situar en un marco tan restringido que llegue a identificarse exclusivamente con la literatura sicalíptica o la llamada pornográfica. Muchos han sido los intentos de diferenciar erotismo de pornografía, unos más afortunados que otros y, a nuestro modo de pensar, ninguno definitivo. Sin entrar en ellos, creemos que a la literatura erótica le ocurre como a la literatura fantástica, todo el mundo sabe identificarla si se encuentra con ella pero nadie es capaz de definirla con exactitud.

La historia de la literatura está plagada de muchísimos y magníficos ejemplos de literatura erótica, así como de basura que lo es no por ser erótica sino por ser mala literatura. En este sentido no se distingue del resto de los géneros. Ciñéndonos sólo a la lengua castellana, desde el Libro de Buen Amor hasta los Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Neruda, pasando por ciertos versos de Juan Ramón Jiménez o Miguel Hernández, nuestra historia literaria abunda con generosidad y calidad en el tema. Asimismo, desde siempre el mercado ha estado lleno de noveluchas y relatos que, también inspirados en la relación sexoafectiva, o meramente sexual, no son en absoluto comparables con aquellos.

En esa diferencia se basa el criterio que hemos querido utilizar a la hora de seleccionar estos materiales. En ellos, si bien el erotismo está presente de forma más o menos explicita, la calidad literaria no se excusa.

Hay en el índice poetas de altura, como Ana Istarú, Antonio Porpetta, Laura Solano, Carmen González Huguet, José Luis García Herrera, José Ordóñez G., Anabelle Aguilar o Ricardo Bada. Unos sonetos inolvidables del magnífico Tomás Segovia nos honran también con su presencia. Nos divertiremos con los gozosos versos de un Anónimo. Sugerentes cuentos de Claudia Karim Quiroga, Norberto Luis Romero, M. Dimitris Caragatsis o Walter Lingam nos trasladarán a universos eróticos de alta intensidad. El artículo de María Castejón nos ilustra acerca de una literatura heterodoxa y controvertida. Y no hemos olvidado, en fin, en esta entrega, la poesía visual, representada por tres de sus más importantes operadores en España: Francisco Aliseda, Rafael de Cózar y Pablo del Barco. El material arqueológico que el Fantasma está acostumbrado a recoger en cada número viene en esta ocasión de la mano de Ramón Gómez de la Serna, con tres textos de su libro “Senos”. Y, para terminar, metemos también una serie de enlaces interesantes relacionados con el tema que hemos husmeado por intenet.

Queremos, en fin, dar las gracias a nuestro amigo el escritor Ricardo Bada que, desde un principio, ha hecho posible con sus consejos y colaboración la realidad de este número especial.

Gracias también a todos los autores y autoras que nos han cedido desinteresadamente sus textos.

 

 

SUMARIO