10 POEMAS Carlos Ernesto García |
YO NO TENGO CASA
La mitad de lo que amaba ya no está conmigo Unos (casi todos) se han quedado Otros simplemente partieron
Mi hermano urgentemente me escribe de México: La casa se derrumba hay que venderla y pienso: es qué aún tenemos casa?
Mi padre se quedó sin comprarse aquella camisa o aquél pantalón que tanto le gustaba sin ir al cine los domingos sin viajar con el que tanto soñó y se conformó con visitar un parque en donde mirarle el rostro al caballo y al general que lo montaba en una estatua Todo por comprarnos una casa Una pequeña y modesta casa donde vivir y a la que hoy solamente se le ocurre derrumbarse
Por mí que se derrumbe si quiere Si la mitad de lo que amaba ya no está conmigo si los niños no se amelcochan frente a la ventana y si a mi hermana se le quebró la sonrisa frente al espejo aquella terrible noche de junio antes de la tormenta y el canto del gallo si el llanto metálico de un niño no me provoca una tremenda ternura que haga nacer una canción de amor entre mis manos por mí que se derrumbe; y que vuelvan a construir un día si quieren pero será sobre cenizas
Mi voz no vibrará más en sus paredes Tus cartas de amor Mariana no llegarán con su olor a perfume hasta mis manos Al caer la Navidad estaré siempre lejos y solitarias habitaciones poblarán la casa que según cuenta mi hermano en su carta: ya perdió sus primeros cristales
Está bien que se derrumbe si quiere si es así olvidarla será mi venganza porque yo hace tiempo mucho tiempo que no tengo casa.
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BREVE POEMA DE AMOR
Vos sabés que yo vengo de la melancolía a la melancolía que confundo todos los lugares la Plaza del Zócalo con el Parque Ula Ula el Danubio con el Lempa a los niños andaluces con los de Panchimalco la torre de París con las de electricidad que daban frente a mi casa allá en San Martín cerca de Suchitoto
Sí la verdad es que lo confundo todo hasta el color de tu pelo con la espesa oscuridad de los cafetales.
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CON MALA LETRA EN LA PARED
Las calles tomadas por el espectro de los ausentes
Apenas sí hay tiempo de leer al paso unos versos escritos con mala letra en la pared Pero… ¿Dónde está el poeta?
Camino entre las esquinas sigiloso mientras por una cuneta avanza con desgano (como no queriendo llegar) un hilito de sangre que se perderá en la cloaca.
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PRIMER BESO
A una muchacha cuyo nombre no recuerdo.
Cuando te besé (Fue en casa de una amiga tuya que me gustaba) era la primera vez que te besaban
Sentí tu cuerpo temblar contra la tierra
Nunca más volví a verte ni besarte pero cuando te recuerdo no sé por qué aún siento tu cuerpo temblar contra la tierra.
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ANACAPRI
Apoyo ligeramente mi cuerpo en una esfinge de granito. Una joya más colocada en los jardines de la excéntrica Villa de San Michele desde donde se contempla a lo lejos entre la bruma de la mañana: el Golfo de Nápoles.
Murmuran los lugareños que en Anacapri Alex Munthe fue un refinado anfitrión del viejo Nietzsche de Gorki y de Lenin. Tres caballeros como Emiliano Zapata como Pancho Villa de mirada felina de atusado bigote.
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A QUEMARROPA EL AMOR
Guardo como pequeñas piedra de mar días de nieve regiones habitadas por el miedo incendios de miradas devastando las calles reinos de abejas y de hormigas silvestres floraciones de palabras atardeceres bajo oscuras arboledas lápidas polvorientas sobre historias personales mesas de café desde donde controlábamos las piernas de una mujer que no nos hizo ni caso.
Alojo recuerdos como piedras de mar y ninguno termina de hacer daño en la palma de la mano donde los aprieto con indecente esperanza.
Son recuerdos como los de un gato en el jardín con una bala entre las patas ¿O será alguien cargando su revólver? De un gato que llora en el jardín ¿O será mi madre que no está en casa desde ayer? El recuerdo de un hombre que salta la verja y yo no tengo tiempo ni ganas para recibirlo.
Los impactos rompen la puerta mientras irrazonablemente la luna se aburre allá arriba y saltando el muro caigo en un estanque dorado a salvo de la ballena que arrasa.
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POR EL LENTO RENCOR DEL AGUA
A Rigoberto Paredes
Amenaza la memoria. Camina entre manoseados papeles con los pies prestados. Peligrosa la memoria. Se desnuda y combate en plena calle.
Alta suena la voz del que reclama y los constructores del verso ya no son volcán inactivo tierra baldía machete sin filo.
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EL DESCANSO DEL GUERRERO
Harto de todas las batallas el guerrero tomó su espada que hundió en la arena y pensó: Este es un buen lugar para la muerte.
Indiferente cayó la tarde. Nadie preguntó por el guerrero. A nadie importó el lugar escogido para el descanso.
Una tormenta de arena se encargó de sepultarlo. Abono no fue para la tierra sino pasto para el desierto.
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VERANO DEL 80 Y CINCO
Apoyada contra la pared una joven de falda corta quieta espera.
La miro. Toso. Doy una bocanada al cigarrillo que circular se enreda entre sus piernas — cierra los ojos y suspira —
El metro estacionado ya abre sus puertas. Subimos en distintos vagones y nos dejamos llevar.
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PRESENTIMIENTO
La tensión de mi mano dibuja esa forma mortal que conoces y que busca terminar con el dolor de lo que me es ajeno.
Algo inhumano se oculta esta noche al otro lado de la puerta dispuesto a envolverme en su regazo en cuanto cierre los ojos.
Tendido a lo largo de tu cuerpo sólo el silencio es nuestro mejor confidente.
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