de
Hado Navarro
EL REPICAR AMNIÓTICO
Las piedras no, las sombras preciosas
a cada instante le relampagueaban que yo
siempre me había despedido de todo
sin nunca haber tenido de qué despedirme.
Me decreto.
Del interior del veneno de plastilina
salía una música diminuta
que sólo sonaba en mi pensamiento.
Nací para no haber nacido.
Desde el fin del mundo me socorro,
uso mi orientación de ave migratoria
para poder llegar al otro extremo
y encontrar un caramelo impalpable
que justifique
mi dolor anterior a mi existir,
este dolor que también me trajo a la vida.
Yo no tengo,
sólo mi condena tiene edad:
Siempre seré
un niño asesinando a otro niño
por el amor que se tienen.
SOY EN VANO
Poseído por mi mismo
sólo construyo páginas en blanco
para que mi muerte permanezca velándome
desde lejos,
desde un origami con la forma de la noche.
Únicamente me corresponde el nombre
de otra cosa que no existe.
FRUTO DE BONSAI DEL CONOCIMIENTO
Añares constantemente inacabándome
en un pueblo fantasma de juguete
donde pierdo hasta la vocación de ser dañado
por un bonsái otoñal en el que tallé
mi nombre como una exclamación vacía.
Nunca me fui innato.
Allí donde
todas las noches se cierran mutuamente
puse sobre mí una maldición
con cada cosa del mundo.
Pude velarme a escondidas,
pude escapar de la lejanía,
me debo heredar de los nombres
que perdí para siempre.