POEMAS

 

(del libro “Días de campo”. Inédito)

 

Francisco Blesa Herrera

 

 

 

Fotografía: Blanca Morales Prado

 

 

 

 

LA MER APRÈS LA PLUIE

 

 

 

 

A Félix Morales

 

 

 

En una casa blanca visible desde el mar,

Gary bebe coñac, Beatrice imita el movimiento

del ala de los pájaros,

Jean está sentado en la terraza del sur,

Tomás salió temprano,

Paulette saluda a los que llegan.

La música de Bach que suena en algún cuarto

llega hasta la terraza donde la Chola duerme.

 

Durante toda la mañana no ha cesado el movimiento

en el pinar, cierta nerviosa agitación en las galerías

y por los vastos corredores de la casa.

Había como un presentimiento colectivo,

cuando de pronto

cesaron los relámpagos, se acallaron los truenos

y, como pólvora encendida, corrieron las voces:

¡ha cesado la lluvia!

 

y el mar oscuro

se convirtió

en una fiesta luminosa.

 

Salimos atropelladamente de la casa,

resbalando sobre las piedras musgosas del invierno,

entre los gritos de los niños y las cometas

-mamá, el arco iris-

que bajaban saltando hacia la playa,

llena de yerba, de medusas y algas,

hipocampos, estrellas.

 

¡De verde se calza el tres de marzo! exclamaba Nicole.

¡Que nadie se rezague, si uno solo se queda en el camino

el mar nunca será de nadie!

 

Y de tanta actividad, tanta alegría,

el sol reventaba en las calizas y el tiempo se detuvo.

Quedó el mundo preciso, misteriosamente iluminado.

 

 

 

MAYA (ANTONIA EN LAGOS)

 

Es ahora la mano extendida

la continuación gozosa del río y la mañana

 

y son los labios el trino de los pájaros

en la fronda del bosque

que en torpe viento agitan

el fugaz sentimiento y las ideas,

 

el cuerpo se disuelve en la reverberación

del agua que salpica

la ola derramada por la piedra

enhiesta al sol en el acantilado

al pie del faro que circundan

pequeños barcos en arduas pesquerías,

 

mientras suenan las campanas

de una pequeña ermita en la colina

que pudieran ser palabras celebrando

la hora, el río que baja entre montañas,

el discreto y clamoroso vuelo de las velas

que son los dedos agitándose.

 

Así que me es difícil encontrarte

esta mañana de verano en este pueblo

de la costa del sur entre pinares,

repartida como estás entre las cosas,

invisible como tú

o la imagen de otro tiempo recordada,

no siendo ahora

(quizá tampoco entonces, pero no lo sabíamos)

 

SUMARIO

DISTRIBUIDOR

INICIO